Una Memoria del Animal de Compañero

Mi familia tuvo un carro en casa.  Su nombre era “Pooh”. Hace unos 9 años que él murió.  Tal vez tuviese 15 o 16 años. Nadie sabía su edad creta porque lo adoptamos cuando él venía a casa frecuentemente esperando que le diésemos de comer. Pooh era tan degrado que no podíamos ignorarlo. Según el veterinario, él tenía unos 5 años.  Él vivió com nosotros por unos 10 años. No lo dejamos entrar en casa para mantenerla sin pelos de carro sobre el suelo. Él vivió en una casita atado por el cuello. A las veces lo dejamos correr dentro de jardín para que no estuviese estresado. El jardín estaba cercado mientras Pooh estuviese libre. Naturalmente lo llevábamos a pasear diariamente. Por haber sido perro callejero, él no era disciplinado. Ladraba no solo a los extraños, sino que a los miembros familiares. A mi madre, el ladrar para os miembros familiares le sonaba cariñoso. Pero no me sentía la diferencia. Nosotros lo amamos como un miembro familiar entonces.

 

Un día Pooh huyó de casa cuando estaba libre en el jardín. Había huido a las veces, pero había vuelto antes da la hora de cena sin falta. Pero él no volvió en aquello día. El tenia 15 o 16 años ya y perdió unos dientes. Era natural que estuviese muerto. Por mucho que lo buscásemos, nunca apareció. Finalmente, lo encontré en la pagina web del ayuntamiento que rescató Pooh como un perro abandonado en el calle. Fuimos a ayuntamiento para buscarlo en el día siguiente.  Si no lo hubiese encontrado, lo habrían matado. 

 

Por la mañana del día siguiente, Pooh estaba muerto en la casita. Tal vez el subiese que iba a morir y no quisiese mostrar su muerte a sus dueños.